Queremos ser una comunidad digital* que viva y refleje a Jesús.

XI. Colaboración

#Valores: Los Valores son definiciones de lo que esperamos que nos identifique, estos artículos están pensados principalmente a quienes se quieran unir a nosotros en este proyecto tanto para orar, donar o colaborar.

Valoramos la unidad en Cristo por encima de las diferencias denominacionales, destacando lo que nos une, pero al mismo tiempo apreciando nuestra identidad como parte de la Iglesia Metodista Libre.

Valores Beta #16: Trabajo colaborativo

Como hemos señalado en la explicación de estos valores, hay tres elementos clave que debemos resaltar, los cuales nos unen como comunidades cristianas. El primero de estos es la Trinidad, que representa la descripción del Dios revelado en las Escrituras. Este Dios es un ser amoroso, profundamente interesado en relacionarse con nosotros. No solo nos crea, sino que nos busca, a pesar de nuestro rechazo sistemático, y de tal manera que camina entre nosotros e incluso está en y en medio nuestro. Al señalar a Jesús como centro, vemos que en su encarnación, vida, muerte, resurrección y su atención a la humanidad, se encuentra el clímax de la historia, de nuestras vidas y de nuestras iglesias. En tercer lugar, las Escrituras son las que nos narran esta historia de Dios viniendo a nuestro rescate, dando sentido, propósito y redención a nuestra existencia. Es el medio a través del cual podemos conocer a este Dios que se ha revelado y nos invita a caminar con Él.

Estos tres elementos fundamentales —la Trinidad, Jesús como centro, las Escrituras— son los que realmente deberían unirnos. Junto con el Canon, tenemos el Credo, un texto antiguo que precede a nuestras divisiones y nos ofrece orientación sobre lo esencial de nuestra fe. Como ha sido dicho en varias ocasiones a lo largo de la historia, “en lo esencial unidad, en lo secundario diversidad, pero sobre todo, amor”. Esto es lo que debemos recordar. A pesar de nuestras diferencias, estos tres fundamentos esenciales nos unen, y en esa diversidad podemos enriquecernos mutuamente, aprendiendo unos de otros en la pluralidad del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12).

Por esta razón, también valoramos profundamente nuestra identidad como parte de una tradición cristiana histórica. Ser parte de esta tradición nos permite varias cosas. Primero, nos coloca en una familia de fe donde nos apoyamos mutuamente en el objetivo común de glorificar a Cristo. Segundo, le da seriedad a nuestra comunidad, pues no somos personas autodenominadas, sino que hemos sido reconocidos como aptos para este servicio. Y tercero, nos permite aportar con los énfasis que creemos que son beneficiosos para el cuerpo de Cristo, contribuyendo a su edificación.

Los Metodistas Libres son ante todo un pueblo del Reino. Sin embargo, a lo largo de la historia de la Iglesia, Dios ha suscitado distintos movimientos como el nuestro para enriquecer el Cuerpo de Cristo.

— Libro de Disciplina, Iglesia Metodista Libre, 2023

Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible; 

y en un solo Señor, Jesucristo, el unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz,Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, consustancial con el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y se encarnó por obra del Espíritu Santo y de María la Virgen y se hizo hombre; por nuestra causa fue crucificado en tiempo de Poncio Pilato y padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras y subió al cielo; y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, que habló por los profetas. Creemos en la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Confesamos un solo bautismo para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

— Credo niceno-constantinopolitano (año 381)