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VI. Unión

#Valores: Los Valores son definiciones de lo que esperamos que nos identifique, estos artículos están pensados principalmente a quienes se quieran unir a nosotros en este proyecto tanto para orar, donar o colaborar.

La salvación no es solo el perdón de los pecados, sino una unión con Cristo en una relación de pacto. Jesucristo es quien revela el carácter amoroso de Dios, quien nos busca y nos llama a reconciliarnos con Él.

Valores Beta #3: Unión con Cristo

Es urgente comprender que la salvación no es un mero evento aislado, sino un proceso de participación en la historia de Cristo. Como dice el apóstol Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Este es el verdadero significado de la vida eterna: al responder al amor y la gracia de Dios, volvemos a Él mediante la fe en su ser, su amor y sus promesas. Dios nos ve a través de su Hijo perfecto, en quien encontramos nuestra identidad y nuestro destino. Como afirmaba Martín Lutero: “Es imposible que uno sea cristiano si no posee a Cristo. Si posee a Cristo, posee todos los beneficios de Cristo”.

La Escritura nos enseña que el Espíritu Santo, Dios mismo presente en medio de nosotros, nos une a Cristo. Por ello, el nuevo nacimiento ocurre precisamente en esta unión con Cristo, pues en Él hemos entrado en una nueva relación con Dios. Somos hijos porque estamos unidos al Hijo. Somos restaurados a nuestro propósito original porque estamos unidos a aquel que es la imagen perfecta de Dios, por quien, por medio de quien y según quien fuimos creados. En Jesús vemos el deseo de Dios de que estemos tan unidos a Él como Jesús y el Padre están unidos. Así lo expresó el propio Jesús al orar por nosotros: “Te pido que se mantengan unidos entre ellos, y que así como tú y yo estamos unidos, también ellos se mantengan unidos a nosotros” (Juan 17:21). Esta unión con Cristo puede resumirse en una sencilla pero profunda verdad: “tú estás en Cristo, y Cristo está en ti”.

Por lo tanto, la salvación no debe concebirse como un acontecimiento único del pasado, como una simple oración de conversión, sino como un proceso continuo que abarca toda la vida cristiana. Al igual que el matrimonio no se limita a la ceremonia, sino que implica vivir juntos y crecer en la relación, nuestra unión con Cristo no termina con un primer paso de fe, sino que consiste en permanecer en Él para dar fruto, como enseña Juan 15.

La salvación, entonces, es más que el perdón de los pecados, aunque este sea su punto de partida. Su meta es la santidad: ser restaurados a la imagen de Dios, es decir, que Cristo sea formado en nosotros. La salvación, en palabras de John Wesley, es “toda la obra de Dios, desde el primer amanecer de la gracia en el alma hasta su consumación en la gloria”.

Podemos, pues, comprender la salvación como un proceso con tres dimensiones:

1. El comienzo: Entramos en relación con Dios cuando respondemos a su amor y al llamado de su Espíritu, creyendo en Él y arrepintiéndonos. Este es el primer paso: reconocer nuestra necesidad de Dios y abrir nuestro corazón a su gracia.

2. La comunión con Cristo: No solo cruzamos la puerta de la fe, sino que permanecemos en Él, viviendo en su amor y siendo transformados en su semejanza, como dice el siguiente punto.

3. La formación en Cristo: Aprendemos a vivir conforme a su voluntad y con la ayuda de su gracia somos moldeados por su Espíritu para reflejar su carácter en el mundo. Pues, la gracia no es solo un amor que cubre nuestros pecados, sino un amor activo que nos llama a vivir de acuerdo con Él, amando a Dios y viviendo como Cristo vivió (1 Juan 4).

John Wesley ilustraba este proceso con la imagen de una casa: primero llegamos a la puerta y la cruzamos mediante el arrepentimiento, luego entramos y nos unimos a Cristo, y finalmente aprendemos a vivir conforme a los valores y costumbres de esa casa. La salvación, entonces, abarca pasado, presente y futuro: hemos sido salvados, estamos siendo salvados y seremos plenamente salvados en la gloria.

En última instancia, la salvación es el momento en que dejamos de huir de Dios y nos aferramos a Él con la certeza de que nunca nos soltará. Es la decisión de confiar en Él completamente, de manera que podamos decir con plena confianza: “Señor, nunca me sueltes”.

La salvación es algo que Dios hace en nosotros, no es algo que nosotros hacemos. La fe es algo que Dios nos da, El ha producido la convicción de que Dios nos salva, incluso a nosotros. Que el en su gracia procura atraer a cada individuo hacia Él, pero concede a cada uno la responsabilidad de aceptar o rechazar esa salvación.

Libro de Disciplina, Iglesia Metodista Libre, 2023

La salvación es una relación viva con Dios en Jesucristo, dándole al creyente una posición legal de justicia y, por tanto, afirmando la seguridad de todo aquel que continúa en comunión con Él.

Libro de Disciplina, Iglesia Metodista Libre, 2023

Ya no estamos separados, nuestra relación con Él es restaurada, estamos en paz con Dios. “Perdonados y llenos, nos acercamos a la vida con la confianza de que somos aceptos por Dios, aunque Él continúa transformando nuestro carácter y comportamiento para ser más y más como Cristo.

Libro de Disciplina, Iglesia Metodista Libre, 2023

En Jesucristo, en su vida, muerte y resurrección, Dios actuó decisivamente en nuestro favor. Dios abrió un camino hacia nosotros, desafiando nuestro rechazo y nuestra traición sangrienta, haciendo por nosotros lo que nunca podríamos hacer por nosotros mismos. Nuestra justificación llegó cuando Dios restauró la relación divino-humana que habíamos roto.

— William H. Willimon en This We Believe

El corazón del evangelio es que encontramos salvación en Cristo. Pero, Jesucristo es mas que una persona que vino a proclamar el carácter del Dios salvador. Más bien, Jesucristo es salvación. En su vida, muerte, resurrección y ascensión, ha venido la salvación.

— Jared Lett en Essential Beliefs

El Sacrificio de Dios es un regalo, un acto de adoración por el cual somos purificados y preparados para servir a Dios.

— William H. Willimon en This We Believe

Por medio de la justificación somos salvos de la culpa del pecado, y recuperamos el favor de Dios. La santificación nos libra del poder y la fuente del pecado, y así recuperamos la imagen de Dios.

— John Wesley en Sermón 85, II.1