Proyecto — ¿Cómo se llevará a cabo el proyecto? — ¿Cómo te puedes unir al proyecto?
G. K. Chesterton dijo, “El cristianismo ha muerto muchas veces y ha resucitado, porque tenía un Dios que conocía la salida de la tumba”.
A nivel nacional, tres de cada cinco chilenos se declaran como cristianos, siendo el país latinoamericano con menor cantidad de adherentes a esta creencia. Por contrapartida, Chile es el país latinoamericano que lidera el porcentaje de personas que declara no adherir a ninguna creencia con un 29% de los entrevistados.
Según el Censo 2024, la población que se identifica como católica ha disminuido del 76.9% al 54% entre 1992 y 2024, y en el mismo periodo el mundo evangélico ha crecido solo tres puntos hasta el 16.3%. Sin embargo, el grupo que más ha crecido, según la Encuesta Bicentenario de la Universidad Católica de Chile, son quienes no se identifican con ninguna religión, pasando del 12% al 33%, llegando incluso al 63% en la juventud chilena. Como señaló un diario nacional, “El Censo 2024 en Chile reveló un cambio profundo en la identidad religiosa del país. Más del 25% de la población declara no tener religión, un fenómeno que evidencia la transformación espiritual de las nuevas generaciones”. Esto es confirmado por la encuesta Latinobarómetro 2024 ubica a Chile como el segundo país de América Latina con mayor número de personas que no se identifican como católicas o evangélicas (37% de la población). Por otra parte, Corpa Estudios de Mercado señala que el “13% de los menores de 30 años se identifica como evangélico, frente al 5% en los mayores”, mostrando un mayor interés de los jóvenes por el evangelicalismo.
“Es decir, un tercio de la población se declara sin ninguna religión, cifra que sube en los jóvenes de 18 a 24 años hasta un 44%. Son más los jóvenes sin ninguna religión que la suma de jóvenes católicos (31%) y evangélicos (12%), lo que muestra que gran parte de las nuevas generaciones se han alejado de la religión o nunca estuvieron cerca de ella”.
A pesar de estas cifras, hay esperanza. A nivel mundial el número de cristianos está subiendo, incluso Estados Unidos, Inglaterra y el sur de Asia no habían visto un interés renovado en Jesús tan grande como en este tiempo (aunque sin un crecimiento significativo de las organizaciones religiosas). Incluso el informe hecho en Inglaterra habla de un avivamiento silencioso impulsado principalmente por millennials y generación Z. Las razones son un cambio de percepción del cristianismo, la búsqueda de salud mental, la necesidad de pertenencia, comunidad, espiritualidad y esperanza.
Por otra parte, una encuesta en Estados Unidos del 2022 señala que a pesar de que la lectura de Biblia ha disminuido, con un incremento reciente entre millennials y Gen Z, más de la mitad de los encuestados “afirman que desearían leer la Biblia o leerla más, lo que crea una oportunidad para que los cristianos inviten a sus vecinos a una interacción más profunda con la Palabra de Dios”; Lo que debe ser presentado de forma creativa y que resalte como somos parte de la narrativa bíblica, debido a que —según una investigación de Story Collaborative— los millennials no solo buscan historias, sino que también desean sentirse parte de ellas. incluyendo la lectura pública de las Escrituras como el uso de medios digitales, como podcasts.
No podemos ser indiferentes al crecimiento del secularismo en Chile. Como señala Andrea Vial, posiblemente no vemos todavía signos de retorno a la religión en la juventud chilena como se ve en otras partes del mundo, por las profundas crisis en las iglesias cristianas. Los escándalos de abuso han golpeado fuertemente a la Iglesia Católica chilena, mientras que la Iglesia Evangélica ha enfrentado problemas de imagen debido a: escándalos menores y aislamiento social, falta de preparación de líderes, asociación con sectores políticos, reuniones de adoración poco comprensibles para la sociedad actual, falta de adaptación a los cambios culturales y enfoques que desvían la atención de Cristo hacia elementos secundarios, y un mensaje que muchas veces le ha dado la espalda a las mujeres.
Aunque como señala Paula Comandari no se puede asociar el alejamiento de la Iglesia institucional con el dejar de creer en Dios. Una encuesta del 2024 “consultó a los participantes en relación a su nivel de acuerdo o desacuerdo con la frase “tengo mi propia forma de conectarme con Dios, sin iglesias ni servicios religiosos. De e ellos, un 74% dijo estar muy de acuerdo o de acuerdo; un 9% ni de acuerdo ni en desacuerdo; un 16% muy en desacuerdo o en desacuerdo; y 1% no sabe o no contesta.” Otro informe señala que el 80% de los chilenos cree que la fe en Dios (o en fuerzas superiores) ayuda a superar crisis como conflictos o enfermedades, y el 67% de los chilenos considera que la creencia en Dios (o en fuerzas superiores) hace a las personas más felices que el promedio.
Es por ello que la socióloga Maureen Neckelmann hace la distinción entre “un proceso muy importante de desafiliación religiosa, que no es lo mismo que el aumento de la increencia o de la irreligiosidad”, en el cual “hay una clara tendencia generacional, es decir, los datos muestran que en general son personas jóvenes, lo que habla de un tipo de desafiliación que se da específicamente en ciertas edades y no necesariamente en ciertos grupos socioeconómicos”. Según la misma experta, se debe a la desconfianza institucional. Lo cual “plantea desafíos pero también creo que llevan a la iglesia a reformular su rol y su misión”. También se debe considerar que ante la desafiliación religiosa “lo que está creciendo es la diversidad. Hay muchas más formas de creer, desde cuestiones esotéricas, del yoga, de religiones orientales”.
En Chile, un 52% de los encuestados cree en Dios como se describe en las Sagradas Escrituras y un 24% en un espíritu superior. Este registro es el octavo más alto de los países medidos, aunque el menor de América Latina junto a Argentina.
Esto demuestra que el problema no es la fe en sí, sino cómo se presenta y cómo hacemos comunidad. Para esto se necesita ofrecer un mayor conocimiento bíblico ofrecido de forma relevante para las nuevas generaciones, dar pequeños pasos para acercarnos a quienes están a nuestro alrededor, dar respuesta a las preguntas difíciles, tener un gran compromiso con el discipulado (fe vivida) y hacer reuniones más amigables. Como menciona Angela Halili en el podcast Girls Gone Bible: “Veo personas que se encuentran con Jesús, pero no tienen idea de cómo seguirlo o vivir según la Palabra. No tienen comunidad.”
Las investigaciones y la observación general han demostrado que las generaciones emergentes en todo el mundo están menos abiertas a las expresiones institucionales de la iglesia y menos dedicadas a la fe cristiana. La cultura juvenil difiere significativamente de las generaciones anteriores debido al avance de la tecnología, la búsqueda de autenticidad, el deseo de bienestar holístico y el anhelo de una espiritualidad integrada de lunes a domingo que abarque la vida y el trabajo. Muchos de los miembros de la próxima generación no han escuchado el evangelio y carecen de compañeros cristianos cercanos que les demuestren el camino de Jesús en esta nueva cultura.
